A dos metros de ti: Amar con guantes, distancia y miedo

Hay historias que te roban el aliento por belleza. Esta te lo quita por angustia. Porque en el mundo de A dos metros de ti, besarse puede ser una sentencia.
Autora: Rachael Lippincott (con Mikki Daughtry y Tobias Iaconis)
Año: 2018
Páginas: 288
Género: Romance juvenil, drama médico, llanto contenido
Advertencia: No es Bajo la misma estrella, pero tampoco se salva del dolor.
Una historia de amor con un metro ochenta de tragedia
Stella Grant tiene fibrosis quística. Vive con un régimen quirúrgico de horarios, tratamientos, medicamentos y protocolos. Todo está organizado. Controlado. Cronometrado.
Will Newman también tiene fibrosis, pero además, una infección pulmonar que convierte su cercanía en una amenaza para otros pacientes. Rebelde, irónico, con esa mezcla peligrosa de resignación y carisma que suele enamorar a quienes más necesitan estabilidad.
Y entonces se cruzan. Y se enamoran.
Pero no pueden tocarse.
Ni abrazarse.
Ni estar a menos de dos metros.
Porque si lo hacen, pueden matarse.
Antítesis que duelen en los huesos
- Se aman, pero no pueden tocarse.
- Viven en el hospital, pero sueñan con libertad.
- Necesitan aire, pero el amor los ahoga.
- Tienen todo para vivir… excepto tiempo.
La novela se construye sobre un oxímoron constante: amar a alguien a quien no puedes acercarte.
Y ese límite físico se convierte en símbolo: de todo lo que nos separa, de todo lo que no podemos controlar, de todo lo que deseamos con más fuerza precisamente porque está prohibido.
¿Romance juvenil o realismo médico?
Ambas cosas.
El libro tiene la estructura emocional de una novela romántica adolescente —miradas intensas, diálogos íntimos, decisiones desesperadas—, pero el contexto lo cambia todo.
La fibrosis quística no es una excusa narrativa: es un personaje más.
Y aunque hay momentos donde la historia roza el melodrama, también hay honestidad en mostrar cómo se vive (y ama) con una enfermedad que no da respiro.
Lippincott, que se basó en testimonios reales y asesoramiento clínico, logra que los dilemas éticos y emocionales no suenen forzados.
Y aunque algunas escenas se ven venir, eso no las vuelve menos devastadoras.
¿Y el estilo?
Directo, claro, emocional.
No hay florituras ni frases para subrayar. Pero sí hay verdad en las palabras.
Y eso, en una historia sobre cuerpos que fallan, vale más que cualquier adorno.
¿Es un libro para llorar?
Sí. Pero también para pensar.
En cómo el amor no siempre salva.
En cómo vivir no siempre se trata de cantidad de días, sino de su intensidad.
Y en cómo, a veces, amar a alguien es también saber cuándo alejarse.
Al cerrar el libro…
Quedas con el corazón apretado.
No solo por lo que no pasó, sino por lo que sí pasó dentro de ese margen de dos metros.
Porque a veces el amor más grande no es el que te lo da todo, sino el que se aleja a tiempo para que puedas seguir respirando.
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